30/11/09

Cuento infantil para adultos infantiles.

Desde que comenzó a ir al colegio, Dorothy siempre había odiado aquellas rejas que taponaban las ventanas. Cada vez que las miraba, sentía esa inevitable desazón que caracteriza a los presos inocentes.
El día en que colocaron ante ella una figura sin relleno para colorear, ella le dio la vuelta al folio y dibujó una gaviota. La profesora, que llevaba una bata blanca como la de los científicos que experimentan con ratones, se enfadó muchísimo. Además, dijo que esos trazos mal hechos no se parecían en nada a una gaviota.
Dorothy coloreó con tanta rabia que se salió por los bordes de la silueta y obtuvo un negativo. Fue entonces cuando creyó sospechar qué significaban aquellas rejas. Al llegar a su casa, Dorothy perpetró un robo en el despacho de su padre y llenó folios y folios de fantasías de rotulador.

Años más tarde, un profesor le pidió su primera redacción, exigiéndole que debía hacer referencia a su familia. Como a la niña le pareció un tema soberanamente aburrido, contó una historia sobre las ardillas del Retiro. Al día siguiente, le devolvieron su hoja mancillada con una gran cruz roja.

Puesto que no podía ser artista ni escritora, Dorothy se propuso ser bailarina. Su madre la apuntó a una academia de danza, donde tuvo que pegar dos fotos de carnet en sendas fichas. Al poco rato, le reprocharon su originalidad por haberlas pegado bocabajo.
Una vez ataviada con el maillot y calzada con sus zapatillas nuevas, hizo alarde de su carácter rebelde desobedeciendo a la profesora. Cuando en casa le preguntaron por qué no había bailado como las demás niñas, Dorothy admitió que prefería el flamenco.

Tras muchos obstáculos superados, la pequeña Dorothy llegó a ser directora de su antigua escuela. Lo primero que ordenó fue que se quitaran aquellas absurdas rejas. Los niños, que hasta entonces nunca se habían planteado el motivo de su encierro, se atrevieron a preguntar; Dorothy les explicó qué pasaría si se lanzaran por la ventana y los niños comprendieron.

A partir de aquel día, los dibujos se hacían en folios en blanco para que los niños aprendieran a seleccionar ideas entre el batiburrillo de sus pensamientos y, sobre todo, a expresarlas. En los cursos más avanzados, se arrancaron de las paredes las cartulinas con normas de ortografía y los reglamentos que indicaban cómo redactar. Enseguida reinó el desconcierto entre los alumnos, que se dirigieron a las bibliotecas para buscar el mejor modo de escribir. Por los pasillos, comenzaron a verse lectores fascinados.

Dorothy estaba orgullosa de haber conseguido que todos los niños tuvieran derecho a equivocarse.
Noviembre 2009
para Técnicas de Expresión Oral y Escrita
contra las pautas en la escritura

3 comentarios:

  1. Pobre, pobre Dorothy, en ella subyacía una futura pepera...

    Te veo en cero coma ;)!

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  2. oye, comentario friki...
    ¿como haces que el blog te ocupe toda la pantalla? es que a mi me sale en columna... :S

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